De acuerdo con Jenny Chinchilla, coordinadora de proyectos de Fundación SENDAS, “ni las mismas entidades gubernamentales ni el personal técnico están empoderados en estos instrumentos legales. Si no hay un abordaje adecuado, las leyes no se cumplen, aunque existan”.

“Estamos en una crisis climática, y necesitamos albergues accesibles, educación inclusiva en emergencias y preparación adecuada para evacuar y rescatar a personas con discapacidad”. Destaca Chinchilla quien  también subraya la necesidad de políticas inclusivas en la gestión de riesgos de desastres.

En el ámbito laboral, la discriminación persiste. A pesar de leyes que promueven la contratación de personas con discapacidad, las oportunidades siguen siendo escasas. Así lo asegura Jaime Vásquez, comunicador de 33 años con discapacidad física, relata una experiencia común: “En una entrevista fui el último en ser atendido y duró muy poco. Nunca me llamaron. Asumieron que yo no sería contratado”.

Ahora, Jaime trabaja desde su hogar en el área de marketing para una empresa en Estados Unidos enfocada a servicios financieros, adicionalmente tiene un blog donde demuestra su habilidad por la redacción y también educar a las personas sobre el tema de inclusión. 

Carlos Baiza, psicólogo con discapacidad física, asegura que ha encontrado en el teletrabajo una solución: “Aunque ha sido desafiante emprender y buscar clientes, la flexibilidad laboral me permite ejercer mi profesión de manera efectiva”.

Ambos casos demuestran que, con las herramientas adecuadas, las personas con discapacidad pueden contribuir plenamente al ámbito laboral. Sin embargo, la inclusión real exige que las empresas y la sociedad eliminen barreras físicas y sociales, cumpliendo con el espíritu de las leyes.