La atleta ahora participa en París 2024, lo que supone sus séptimos Juegos Paralímpicos. Es uno de los rostros más destacados del deporte adaptado en EE.UU.
El cuerpo de Oksana Masters está lleno de cicatrices. En las manos, piernas y vientre tiene marcas de intensos procedimientos médicos.
Y esas son solo las heridas visibles. En su interior, cuenta ella misma, está también repleta de marcas provocadas por los eventos dolorosos de su pasado.
Para luchar contra esos traumas, en su adolescencia decidió comenzar en el deporte, afirma.
Hizo de esas actividades una búsqueda incansable de sanación que no solo transformó su carácter y le ayudó con su autoestima, sino que la convirtió en una campeona y más aún en una leyenda del deporte de EE.UU.
Masters, de 35 años y nacida en Ucrania, ha ganado 17 medallas paralímpicas para el país norteamericano, donde creció luego de ser adoptada a los 8 años.
La atleta es una sobreviviente del desastre nuclear de Chernóbil ocurrido en 1986. Nació con los huesos de las piernas poco desarrollados, con una de esas extremidades más corta que la otra y con dedos palmeados en las manos, entre otras condiciones.
Pasó de vivir en orfanatos a participar en sus séptimos Juegos Paralímpicos y destacar en cuatro disciplinas de alto rendimiento.
"Lo que significa para mí ser vista y reconocida como alguien que está en la cima es que mi voz finalmente es escuchada, y eso es algo que nunca tuve cuando era niña", comentó en una entrevista con el Comité Olímpico Internacional.
En París 2024, competirá en ciclismo, pero en el pasado ha sido parte de la selección de remo, mientras que en los paralímpicos de invierno estuvo en los equipos de esquí nórdico y biatlón.
Es uno de los rostros más visibles del deporte paralímpico de su país, siendo reseñada por importantes medios como ESPN y The Guardian.
Su meta, comenta, "es hacer crecer el movimiento paralímpico y asegurarnos de que el deporte y el movimiento paralímpico sean mejores que cuando yo llegué para la próxima generación".
Esta es su historia.
Por los efectos de la radiación, Masters también nació con seis dedos en cada pie y sin pulgares.
Su pierna izquierda era 15 centímetros más corta que la derecha y a ambas les faltaban los huesos que soportan su peso. También tuvo tibia hemimelia, lo que supone que la rodilla "flotaba" en su pierna izquierda.
Fue dada en adopción al nacer porque sus progenitores biológicos no tenían el dinero para atender sus condiciones médicas.
En los orfanatos de Ucrania, contó en un escrito publicado en la página The Players Tribune, sufrió heridas emocionales.
Master fue abusada de niña.
"Mucha gente no quiere creer lo que ocurre en ciertos orfanatos de Ucrania, pero deberían creerlo. Suceden cosas horribles. Por todo esto, también estoy cubierta de cicatrices. Cicatrices muy diferentes", relata en su texto.
Sus recuerdos de los orfanatos en los que vivió son tétricos. Con pasillos largos, son "aterradores" y muy fríos. Tanto que podías "ver tu propio aliento".
Las peores cosas pasaban en las noches, continúa.
"En lugar de ser gráfica, solo necesito contarles a las personas una lista de cosas que ya no soporto: cuchillos, cigarrillos encendidos, cadenas metálicas. Hasta el día de hoy, no puedo recibir un masaje y no asustarme. Probablemente eso les dé una idea", señala.
Masters fue adoptada a los 8 años por una madre soltera estadounidense, quien se la llevó a vivir a Norteamérica.
Su vida dio un giro, aunque no fue fácil.
Llegó a un lugar muy distinto con su madre adoptiva: Buffalo, Nueva York. Le tocó entonces acostumbrarse a una nueva vida y también enfrentar más dificultades de salud.
"Me cuidaron, me alimentaron bien, tuve una buena madre, fui amada. Pero hubo algunos cambios que fueron extremadamente difíciles. No porque las cosas no fueran mejores, sino porque habían sido muy malas antes", cuenta.
"Un ejemplo de esto es dormir. En el orfanato, asociabas el sueño con el abuso; en realidad era así de simple. Era imposible no hacerlo. Entonces, cuando llegué a mi nuevo hogar, y a esa cama cómoda... era como si nada de esa novedad, nada de esa comodidad importara. Odiaba dormir", agrega.
La atleta relata en su escrito que en un principio dormía en el suelo. "Era como si tuviera que procesar nuevamente el trauma antes de aprender a dejarlo ir".
Y más adelante, una vez cumplidos los 9 años, le tuvieron que amputar la pierna izquierda. Luego, a los 14, también le amputaron la derecha.
De igual forma, entre esos años tuvo que pasar varias veces por el quirófano para que le realizaran cirugías de reconstrucción de manos.
Poco antes de su segunda amputación, se mudó con su madre a Louisville, Kentucky.
Allí conoció el deporte y comenzó entonces una nueva etapa.
Fue su madre, cuenta, quien le insistió para que comenzara alguna actividad física.
Se decidió por remo adaptado.
"En el agua, comencé a tener una nueva sensación de libertad y control que me habían arrebatado tantas veces a lo largo de mi pasado. Descubrí rápidamente que cuanto más me esforzaba, más fuerte, más rápido y más control tenía.
"Mi cuerpo respondía al dolor con una fuerza y un propósito cada vez mayores. Empujé el agua y ella me devolvió el empuje”, dice Masters en un texto publicado en su web oficial.
En 2011, conoció a su pareja de remo, Rob Jones. La conexión fue inmediata. "Como si hubiesen remado juntos toda la vida".
Al año siguiente, en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, ambos ganaron para EE.UU. una medalla de bronce.
Desde entonces su éxito no se detuvo.
Masters luego hizo una "fácil" transición al esquí porque se usan "los mismos músculos" que en remo. Sucedió igual con el biatlón.
En estos deportes ha ganado varias medallas, incluyendo dos preseas de oro en esquí en los Juegos Paralímpicos de Invierno de PyeongChang, Corea del Sur, celebrados en 2018, y una en los de Pekín 2022. En estos últimos juegos también ganó dos medallas de oro en biatlón.
En 2014 sufrió una lesión en la espalda y decidió comenzar en ciclismo.
"Después de intentarlo por primera vez, quedé enamorada de la velocidad que podía alcanzar por encima de cualquier otro deporte. Encontré un nuevo sentido de urgencia", señaló Masters.
En esta disciplina la atleta ganó dos medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
"No me dediqué al deporte precisamente para ganar, sino porque me ha ayudado a entenderme a mí misma. El deporte me ha hecho ver que el cuerpo —mi cuerpo— tiene un poder que nunca se debe subestimar", dice Masters en el escrito publicado por The Players Tribune.
Masters competirá nuevamente en ciclismo en París 2024 estos 4 y 5 de septiembre en las pruebas de ruta y contrarreloj.
Se siente emocionada de practicar su deporte frente al público francés, que tiene una especial apreciación por él, comenta en una publicación del Comité Olímpico Internacional
"En Francia, [el ciclismo] es un deporte muy popular", sostiene. "Es una forma de vida para ellos y, honestamente, es una de esas cosas que realmente me entusiasman”, añade.
Pero más allá del deporte, desea que más personas conozcan su historia. Quiere que otras mujeres y personas con discapacidad se vean reflejadas en ella.
Por eso en 2023 se convirtió en autora y publicó sus memorias. Ese proceso también fue uno de "sanación".
"Mi recorrido deportivo es el mismo, en paralelo, con mi recorrido personal", dice al Comité Olímpico Internacional.
En el futuro, ha dicho que quisiera pasar más tiempo con su madre.
"He soñado con cuidarla. Amo la idea de ser capaz de llevarla a algún lugar, a unas hermosas vacaciones uno de estos días, solo ella y yo", menciona en The Players Tribune.
En esa misma publicación, la atleta, quien es pareja del también paralímpico Aaron Pike, dice que quisiera tener su propia familia.
Quiere enseñar a sus hijos a ser "fuertes e independientes y a luchar por tener su propia voz".
Y también desea conocer a su familia biológica. A ese grupo de personas que alguna vez "odió" por haberla entregado en adopción.
Con los años entendió que solo intentaban sobrevivir en un contexto difícil.
"Sé también que, al final, tuve suerte: porque lo que me pasó entonces es lo que me ha llevado a la vida que tengo ahora. Pero todavía tengo muchas preguntas, ¿sabes? Me gustaría conocerlos. Me gustaría completar esa pieza del rompecabezas", dice.
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